Francisco Paladino

(diseño, redacción, iluminación y puesta en escena)

Descripción

Este blog, así como usted lo ve, es un Trabajo Final de la cátedra II de Comunicación y Medios, materia dictada en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de La Plata. Si usted es docente o estudiante de dicha universidad, los contenidos le serán familiares. Si usted, en cambio, llegó aquí por casualidad... ¡Huya antes de que el conocimiento lo alcance!

10 de junio de 2010

Los medios según Capusotto

Diego Capusotto es el más grande cómico argentino de la actualidad, dueño de una sensibilidad que le permite captar las cotidianeidades y pesares de las distintas profesiones, así como las características salientes de cualquier persona o grupo social. Esto, mezclado con su imaginación, y fundamentalmente la de su compañero Pedro Saborido, da como resultado genialidades como “¿Hasta cuándo?”, un segmento radial en el que parodia los medios de comunicación de nuestro país, exponiendo sus defectos y dándoles una vuelta de tuerca, para exagerar su manera de mostrar el mundo hasta el punto de hacerla hilarante.
Capusotto elabora, entonces, una crítica a las prácticas mediáticas. Las ridiculiza utilizando sus propios recursos, agrandándolos para que caigan en la sátira por su propio peso. Así, en el programa “¿Hasta cuándo?” se mueren tres personas por minuto, cualquier contacto con un móvil da como resultado que el país es una mierda y el conductor repite incansablemente que el radioescucha va a estar lleno, lleno, lleno de información. Los medios de comunicación son eso, aunque en menor escala. La muerte como noticia constante, los productores sumidos en la obsesión por el sensacionalismo, la repetición como herramienta para divertir siempre, para que el público esté atrapado y no se aburra jamás, el instantaneísmo.
Otro recurso tomado con habilidad por Capusotto es el de los mensajes de los oyentes, que suelen ser muy importantes, sino parte fundamental, de la mayoría de los programas radiales matutinos. Los oyentes de “¿Hasta cuándo?” expresan ampulosamente sus pensamientos, y repiten siempre lo mismo, sea cual sea el tema que se trata. Son personajes despolitizados, o como dice Bourdieu “desencantados de la política”. Un hombre llama para decir que está harto de la corrupción, otro se queja de los empleados estatales y los docentes, una señora pide que renuncien todos. Ninguno pide una medida en particular, ninguno se plantea la situación política profundamente, todos se quejan y expresan su desprecio por la política.
La visión deshistorizada y deshistorizante de los medios de comunicación es también retomada en el programa, a través de intervenciones de movileros o de noteros. Uno tras otro, los personajes, todos interpretados por el mismo Capusotto, plantean situaciones cuya conclusión es que “todo se va al carajo”. Así, lo mismo da que se esté hablando de una película o del estado del Merval, la noticia va a pasar velozmente para quedar sumida en el olvido, dejando la certeza de que el país es un desastre.
Bourdieu explica que los medios tienen “una visión cínica del mundo político como una especie de circo entregado a las manipulaciones de unos ambiciosos carentes de convicciones, guiados por intereses vinculados a la competición que los enfrenta”. En nuestro país, estos intereses suelen ser puramente económicos y como la mayoría de ellos no están vinculados al Estado, generan la sensación de que éste es lo peor que ha concebido la sociedad. Capusotto parodia esta reacción de los medios con comentarios de su conductor ficticio Arnaldo Pérez Manija, quien advierte continuamente sobre los peligros de vivir con un Estado corrupto que no puede controlar nada, porque la educación es un desastre, el riesgo país está por las nubes y los saqueos son inminentes.
Para favorecer sus intereses y su publicidad constante, los medios de comunicación ponen en marcha “una filosofía pesimista de la historia que estimula el retraimiento y la resignación”, por medio de la cual aumentan los temores, y se genera la sensación constante de que la delincuencia y la violencia pueden alcanzar a los ciudadanos si se atreven a abrir la puerta. América es, hoy en día, el principal exponente de esta característica, pues transmite con asiduidad escenas delictivas, chicos en situación de calle, jóvenes drogados y otros personajes poco felices que le infunden miedo al público. Frente a esto, Capusotto saca a relucir su genialidad y construye una parodia con personajes cuyo único sentimiento es el miedo. Pérez Manija invita a los radioescuchas a suicidarse frente a la ineludible y triste realidad, repite que “todo está perdido”, que los argentinos llevamos una vida de mierda, y hace énfasis en el miedo, en que hay que tener mucho miedo porque la muerte puede esperarnos a la vuelta de la esquina.
Martín-Barbero introduce la idea del discurso de la mercancía, un discurso mediático que fusiona información y publicidad, buscando como finalidad vender ambas cosas. El público debe consumir y para eso se les da forma a las noticias, se las carga con un sentido que originalmente no tenían y se las vende como si fueran, justamente, mercancías. El autor dice que “de poco sirve que la gente diga no creer ese discurso si es desde él que actúa y ve el mundo, si es a su través que el acontecer del mundo significa y que esa significación es consumida”. Esto quiere decir que los medios dan una manera de ver el mundo, y el público la consume. Actualmente la mayoría de los medios tienen una concepción pesimista de la realidad, y es así como llega al televidente, al radioescucha o al lector.
Como parte del discurso que construyen, los medios de comunicación utilizan una jerga con significado propio, más allá del contexto o del contenido que se les dé. Capusotto toma esta jerga para hacer el que tal vez sea su mejor personaje, una señora que deja una y otra vez mensajes pidiendo que diversos personajes renuncien y acusándolos de montoneros. La demonización mediática del grupo armado peronista se hace eco en esta señora que llega a decirle montoneros a George Bush y a Marley, pidiendo su renuncia sin ninguna otra razón.
El discurso de los medios se transforma no solo en verosímil, sino en común. Según Barbero, la comunicación se lo impone al público como su propio lenguaje, reproduciendo así todo lo que le parezca necesario y dando legitimidad a hechos que tal vez el púbico independientemente no valoraría. En “¿Hasta cuándo?” esto se ve reflejado a través de las denuncias a mansalva de corrupción, los pedidos de “un país en serio” e incluso las manifestaciones a favor de que “corra sangre” o “se castre a los maestros”, fantástica exageración de ciertas actitudes fascistas que suelen tener los oyentes de los programas radiales matutinos.
Con todas estas herramientas, Diego Capusotto logra romper con el discurso mediático, lo hace caer por su propio peso y se ríe viéndolo en el suelo. Lucy en el cielo con Capusottos no es el programa más escuchado de la radio, difícilmente tenga más oyentes que los reproductores del discurso único mediático como Magdalena Ruiz Guiñazú, pero existe la certeza de que quien escuche una vez “¿Hasta cuándo?” se dará cuenta de que el discurso mediático se construye con una finalidad, que detrás de él hay muchos intereses, y no es, como quieren que el público piense, una realidad inequívoca.

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